RETO DIA 71
Día 71:
La Ley de la Influencia
La Ley de la Influencia
La Tercera Ley Estratosférica del Éxito que aprendemos al leer Dar para
Recibir, es la Ley de la Influencia: Tu influencia está determinada por la
medida en la que antepones los intereses de los demás a los tuyos.
En Dar para Recibir, el personaje principal, Joe, tiene problemas entendiendo cómo el poner
los intereses de otras personas primero puede ser una ley del éxito. Su mentor,
Pindar, le explica rápidamente: "Si antepones los intereses de los demás a
los tuyos, siempre verás satisfechos tus propios intereses. Siempre. Hay quien
llama a esto el iluminado interés propio. Cuida lo que necesitan los demás,
confiando que cuando lo hagas, obtendrás lo que necesitas tú."
Aun así, se le dificultaba a Joe entender lo que Pindar le dice. Y por
una buena razón. Tal actitud se ve extraña en un ambiente donde el dinero, el
poder y los logros han sido tradicionalmente las características de influencia.
Pero como le explicó Pindar, el tener dinero, poder y logros no te hace influyente.
El ser influyente es lo que atrae el poder, el dinero y la habilidad para
lograr lo que deseamos en la vida.
El razonamiento detrás de esto es muy sencillo. Sin embargo, para
entenderlo, primero debemos reconocer que estamos cableados para enfocar nuestra
atención hacia nosotros mismos. Nuestro interés propio es un músculo emocional
que hemos ejercitado a diario y como tal, es el músculo más fuerte que tenemos,
con respuestas reflejo que se están rápidamente aligerando. Cuando consideramos que durante toda nuestra
infancia y niñez, se nos cubren casi
todas nuestras demandas, nuestra preocupación del “yo” puede entenderse
fácilmente. En un estudio científico que se llevó a cabo hace varios años, los
investigadores grabaron conversaciones entre niños de seis años y sus mamás.
Los pronombres más utilizados por los niños eran “Yo”, “mi”, y “nosotros”. El “tú” estaba básicamente reservado a frases
comando tales como “Tú has esto (para mi)”.
Cuando consideramos el entrenamiento que recibimos de niños bajo la
tutoría de nuestros padres – desde la infancia hasta los seis años – casi
siempre nos centramos en el “yo”. Es fácil entender porqué, cuando llegamos a
la pubertad, el estar centrados en el “yo” es una inclinación natural, es
inconsciente. Cuando nos enfrentamos a una circunstancia que requiere que
elijamos entre nuestro propio interés y el interés de los demás, nuestra
respuesta automática es la de elegirnos a nosotros mismos; como al inhalar y al
exhalar, no tenemos ni que pensar. Es una respuesta natural y esperada.
Por otro lado, el poner los intereses de otra persona antes que los
nuestros, es algo que tenemos que elegir conscientemente. Primero, debemos
elegir dejar de lado nuestros propios intereses y deseos a favor de otra
persona, y entonces debemos de vencer el deseo natural de elegir lo que
deseamos. El vencer una inclinación natural no es fácil. Trata de aguantar tu
respiración hasta que te desmayes, por ejemplo, y verás que rápido cada parte
de tu ser trata de regresar a la normalidad. Esto es lo que sucede cuando
tratamos de dejar el “yo” a un lado, parece como si aguantamos la respiración y
nuestra inclinación inmediata es la de darnos por vencidos, respirar y regresar
al modo de auto-preservación. Ya que
tenemos que vencer nuestras tendencias naturales de auto-preservación cuando
elegimos anteponer los intereses de los demás a los nuestros, estamos haciendo
algo realmente extraordinario y automáticamente nos hace resaltar. Debido a que
el elegir complacer a los demás antes que a nosotros es tan poco común, el
decidir poner nuestro “yo” a un lado nos hace individuos excepcionales, y como
individuos excepcionales, nuestra habilidad para influenciar a los demás se
incrementa automáticamente.
Si dudas esto, piensa en la gente que ha influido en tu vida. ¿Han
influido en tu vida al decirte que eres importante para ellos, o convenciéndote
que eres importante para ellos? ¿Te han tocado emocionalmente de alguna manera
al hablar de ellos mismos? ¿O al hablar de ti, de tus necesidades y tus preocupaciones?
¿Te han hecho sentir miedo al incrementar el poder de alguna persona que
percibías como enemigo, haciéndote sentir demasiado débil para defenderte, o te
han hecho sentir esperanzado al revelarte lo poderoso que eres por ti mismo?
Toma cualquier libro que hable de cómo ser un buen conversador y pronto
aprenderás que el ser un excelente conversador no consiste en recitar datos y
hechos, sino hacer que los demás hablen de ellos. La clave para ser influyente
es la misma. Dile a alguien que lo que quieres que ellos hagan te beneficiará,
o beneficiará a tu familia, o beneficiará a tu compañía, o beneficiará a tu
país y te pondrán muy poca atención. Muéstrale a alguien que lo que quieres que
haga le beneficiará, y seguramente te lo ganarás. Esta ley funciona
universalmente, ya sea que la apliques con tu vecino, tu jefe, tu hijo o hasta
tu mascota; en el momento que muestres los beneficios que el otro recibirá, te
vuelves una persona de influencia.
Un becerro indisciplinado y una joven doncella mostraron esta lección al
filósofo Norteamericano del Siglo 19, Ralph Waldo Emerson. Como lo escribió en
su diario, Emerson y su hijo Edward estaban tratando de meter al becerro en el
establo. El becerro se resistía a entrar. Emerson apretaba los músculos y
empujaba desde atrás, tratando de empujar al becerro hacia adelante. Mientras
el padre empujaba, el hijo tomaba al becerro del cuello y trataba de jalarlo
hacia el establo. Aunque los dos hombres estaban determinados, el becerro no
cedió.
Mientras ellos empujaban y jalaban y trataban de hacer que el animal
hiciera lo que no quería hacer, la sirvienta de Emerson miraba desde lejos como
los dos hombres perdían la batalla en contra de esta tonta bestia. Finalmente,
ella se acercó al becerro y calladamente puso su mano en la boca del becerro.
El becerro chupó los dedos de la muchacha, mientras ella, gentilmente lo
llevaba adentro del establo.
La mayoría de nosotros somos como el becerro. Hasta podría decirse que
somos tercos. No nos pueden empujar o jalar o aleccionar para que hagamos algo
que no queremos hacer. Si nos quieren motivar, primero tendrán que hacernos
entender porqué sería benéfico para nosotros el movernos. Y la mejor forma de
hacer esto, es anteponiendo sus intereses a los nuestros. Cuando entendemos que
alguien se preocupa por nosotros, como el becerro con la jovencita, la mayoría
de nosotros lo seguirá sin preguntar.
Sin embargo, mientras guíes, es importante entender que el poner los
intereses de otra persona antes que los tuyos no significa hacer de cuidador,
sino de socio. Aunque rara vez se ve así, el rol del cuidador tiende a ser
dominante, donde una persona ejerce cierto control sobre otra. Aun si el
control se considera favorable para el que está siendo cuidado, el hecho es que
las acciones tomadas generalmente son la decisión del cuidador, como la actitud
de la sirvienta que guió al becerro a donde ella quería. Por otra parte, el ser
una sociedad es tener consideración y respeto. En este rol, los intereses de la
otra persona deben de ir primero de forma genuina. Entonces, ¿cómo me beneficia el anteponer los
intereses del otro?
Para responder a eso, primero veamos las palabras finales de la
explicación de Pindar a Joe: " Cuida lo que necesitan los demás, confiando
que cuando lo hagas, obtendrás lo que necesitas tú." Lo que damos, regresa
a nosotros multiplicado. Esta es una ley universal fundamental y como la ley de
la gravedad, no falla. No es que a veces funcione y a veces no. Siempre
funciona. Cuando ponemos a los otros antes que a nosotros, esencialmente
dándonos a ellos, entonces, lo que hemos dado se nos dará de regreso. El
Universo nos regresará lo que queremos, lo que necesitamos, lo que soñamos y lo
que deseamos con todo el corazón. No sucede porque estemos siendo
extraordinariamente desinteresados. Sucede porque al trabajar por el beneficio
de otros, estamos trabajando con la ley de manera que eventualmente nos
beneficiará a nosotros.
El anteponer a los otros es tanto un asunto de fe y confianza, como un
asunto de ganas de dar. Pero a medida que comenzamos a comprender que cada
partícula de energía que enviamos al mundo se va a reflejar en nosotros, nos
damos cuenta que el anteponer a la otra persona es un acto tan egoísta como es
desinteresado. Al anteponer a los demás, nos estamos armonizando con la ley
espiritual y la alineación con el flujo universal. Al dar de nosotros estamos
asegurando que se nos dará.
Al buscar vivir y trabajar en sociedad con nuestros semejantes,
involucramos tanto a la Ley de la Influencia como a la Ley de Oro. Todos queremos ser el primero. Todos queremos
creer que importamos.
Todos queremos sentir que lo que decimos y pensamos y hacemos es
importante.
Cuando elegimos ponernos, aun por un momento, en los zapatos del otro y
le damos el regalo de anteponerlo a nosotros, dejándolo saber que nos importa y
que lo que dice y piensa y hace es importante, estamos siguiendo la Regla de
Oro al pie de la letra.
Y estamos haciendo una diferencia importante en el mundo.
Es más, nos estamos convirtiendo en individuos extraordinarios que no
solo influimos en las personas a nuestro alrededor, sino en el mundo entero.
La Acción del Día:
- Lee tu Plan de Negocio
para la Prosperidad y las once cosas de tu lista de agradecimientos.
- Toma un momento para
pararte firmemente con un brazo alzado hacia el cielo, el puño firme como
si te estuvieras agarrando de la mano de Dios. Ahora, ya sea verbal o
mentalmente repite "Con Dios como mi Testigo…
- Coloca tu cuota de
dinero del día de hoy en tu contenedor y lee la afirmación que está en el
contenedor tres veces. Espera recibir algo en regreso.
- Bendice a todos los
que están a tu alrededor, incluyendo a los otros participantes en este
experimento. Imagina como aquellos a quienes bendices prosperan y se
rodean del bien. Entonces bendícete a ti mismo e imagina lo mismo. Puedes
continuar bendiciendo a la persona o personas en tu lista de bendiciones.
Lee todas las bendiciones que llegan por correo electrónicos. Tus
bendiciones están haciendo una diferencia. El leer las respuestas te dará
la oportunidad de verlo por ti mismo.
El Pensamiento del Día:
"Si quieres vivir una larga vida,
enfócate en contribuir a los demás."
--Hans Selye
La Afirmación del Día:
"Al poner a los demás antes que a mi, siempre prospero. Al poner a
los demás antes que a mi, cambio el mundo."
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