Trabajo de Espejo Día 8

Ejercicio del trabajo del espejo para el día 8
1. Busca una foto de cuando tenías cinco años. Pégala en el espejo
de tu cuarto de baño.
2. Mira la foto durante unos minutos. ¿Qué ves? ¿Ves a un niño
feliz? ¿A un niño desdichado?
3. Habla con tu niño interior en el espejo. Puedes mirar la foto o
incluso mirarte a los ojos, lo que te resulte más cómodo. Si de
pequeño te llamaban con algún apodo o diminutivo, úsalo para
hablar con tu niño interior. Sentarte delante del espejo es muy
útil, porque si estás de pie, en cuanto empiezan a salir
emociones fuertes, puedes sentir la tentación de marcharte. Así
que siéntate, hazte con un paquete de pañuelos desechables y
empieza a hablar.
Abre tu corazón y comparte tus sentimientos más íntimos.
5. Cuando termines, repite estas afirmaciones: Te amo, cariño.
Estoy aquí por si me necesitas. Estás a salvo.
El poder está dentro de ti:

Tu ejercicio del diario para el día 8
1. Para esta práctica necesitarás lápices para colorear, colores de
cera o rotuladores.
2. Utiliza tu mano no dominante, es decir, aquella con la que no
escribes, haz un dibujo de ti mismo de pequeño. ¡Sé creativo!
3. Pega tu dibujo en el espejo del cuarto de baño.
4. Mira el dibujo y empieza a hablar con tu niño interior.
5. Hazle las siguientes preguntas a tu niño interior y escribe las
respuestas en tu diario: ¿Qué es lo que te gusta? ¿Qué es lo que
no te gusta? ¿Que es lo que te asusta? ¿Qué necesitas? ¿Qué
puedo hacer para que seas feliz?
6. Cierra los ojos y dedica unos minutos a reflexionar sobre lo que
has aprendido acerca de tu niño interior.
Tu pensamiento del corazón para el día 8:
Abrazo amorosamente a mi niño interior
Cuida de tu niño interior. Es el niño asustado. Es el niño que sufre. Es el
niño que no sabe lo que ha de hacer.
Está presente con tu niño. Abrázalo, ámalo y haz todo lo que puedas
para cubrir sus necesidades. Asegúrate de que tu niño sabe que, pase lo
que pase, siempre estarás con él. Nunca le darás la espalda ni lo
abandonarás. Siempre amarás a ese niño.

Tu meditación para el día 8: Déjate ir y relájate
Respira hondo y cierra los ojos. Vuelve a respirar hondo y relaja todo tu
cuerpo. Lleva tu atención a los dedos de los pies y permite que se relajen
por completo. Ahora relaja los empeines, los talones y los tobillos. Siente
lo mucho que te pesan los pies. Nota cómo esta relajación va ascendiendo
por tus pantorrillas y llega a tus rodillas. Sigue moviendo este calor y
relajación hacia tus muslos, siente cómo pesan.
Ahora nota cómo se relajan tus caderas y tus glúteos. Relaja la cintura y
observa el tranquilo movimiento de tu pecho, expandiéndose por tus
clavículas y tus hombros. Relaja tus brazos. Relaja los codos. Relaja los
antebrazos, las muñecas y las manos. Deja que salgan todas tus tensiones
a través de las yemas de tus dedos. Relaja el cuello, la mandíbula, las
mejillas y los músculos alrededor de los ojos. Relaja la frente y el cuero
cabelludo. Déjate ir, déjate ir, déjate ir. Relájate.


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