Trabajo de Espejo Día 9

Ejercicio del trabajo del espejo para el día 9
1. Ve a tu cuarto de baño y mira el dibujo que pegaste ayer en el
espejo de cuando eras pequeño.
2. Dedica ahora un momento para decirle a tu niño interior que te
preocupas por él. Repite estas afirmaciones: Me preocupo por ti.
Te amo. Te amo de todo corazón.
3. Siéntate delante del espejo si puedes, o hazlo para mirarte en
un espejo de mano. Sigue la conversación con tu niño interior
que empezaste ayer. Podrías comenzar por una disculpa,
diciendo algo como lo siguiente: Siento no haber hablado
contigo en años. Siento haberte regañado durante tanto tiempo.
Quiero compensarte por todo el tiempo que hemos estado
separados.
4. Si durante 50 o 60 años no has hablado con tu niño interior,
puede que tardes un poco en notar que estás volviendo a
conectar. Pero no te rindas. Al final lo conseguirás. Quiza sientas
a tu niño interior. Puede que lo oigas dentro de ti. Puede que
hasta llegues a verlo.
5. Ten a mano un paquete de pañuelos desechables. Es normal que
llores cuando hables con tu niño interior. Las lágrimas te
ayudarán a romper el hielo y a conectar con él.
El poder está dentro de ti:

Tu ejercicio del diario para el día 9
1. ¿Qué es lo que realmente te gustaba hacer cuando eras
pequeño? Escribe todo lo que se te ocurra. ¿Cuándo fue la última
vez que hiciste alguna de esas cosas? Por desgracia, muchas
veces el padre o la madre que llevamos dentro nos impiden
divertirnos porque no es cosa de adultos.
2. Ahora cierra tu diario y sal afuera a jugar con tu niño interior.
¡Diviértete! Haz las tonterías que te gustaba hacer cuando eras
pequeño, como saltar sobre un montón de hojas secas o pasar
por debajo de los chorros de agua del aspersor del jardín. Mira
cómo juegan otros niños. Te traerá recuerdos de los juegos que
te gustaban. Si quieres divertirte más en tu vida, conecta con tu
niño interior y con ese espacio de espontaneidad. Te prometo
que empezarás a divertirte más.

Tu pensamiento del corazón para el día 9:
Estoy dispuesto a cambiar y a crecer
Estás dispuesto a aprender cosas nuevas porque no lo sabes todo. Estás
dispuesto a abandonar viejos conceptos que ya no te sirven para nada.
Estás dispuesto a revisar tu conducta y decir: «Ya no quiero seguir
haciendo esto». Sabes que puedes parecerte más a quien realmente eres.
No estoy diciendo que seas mejor persona, porque eso implicaría que no
eres lo bastante bueno, lo cual no es cierto, sino más de lo que realmente
eres.
Crecer y cambiar es apasionante, aunque para ello tengas que
enfrentarte a algunos aspectos dolorosos dentro de ti.

Tu meditación para el día 9: Ama a tu niño interior

Retrocede en el tiempo. Visualízate como un niño de cinco años. Ábrele los
brazos a este niño y dile: «Soy tu futuro y he venido a amarte». Abrázalo
amorosamente y tráelo al presente contigo. Visualiza que estáis los dos
delante del espejo y que os estáis mirando con cariño. Y mientras estás ahí
de pie eres consciente de que hay muchas partes de ti que no están
presentes.
Retrocede aún más en el tiempo, hasta el día de tu nacimiento. Has
llegado hasta el momento en que entrabas en el canal del parto. Puede
que fuera un viaje difícil. Sientes el aire frío, ves luces brillantes y alguien
acaba de darte una palmadita. ¡Ya has llegado! Has venido a vivir toda
una vida. Ama a ese bebé. ¡Ama a ese bebé!
Ahora avanza en el tiempo hasta el momento en que empezaste a andar.
Te ponías de pie y te caías, te levantabas y te volvías a caer, te levantabas
y te caías. Hasta que un día, de pronto, te mantuviste erguido y empezaste
a dar un paso tras otro, ¡estabas caminando! Estabas muy orgulloso de ti.
Ama a ese pequeñín. ¡Ama a ese niño!
Ahora sigue avanzando hasta el primer día que fuiste a la escuela. No
querías separarte de tu madre, pero tuviste que hacerlo. Diste tus primeros
pasos para cruzar el umbral de tu escuela. Tenías miedo, pero tuviste que
hacerlo. Lo hiciste lo mejor que supiste. Ama a ese niño. ¡Ama a ese niño!
Ahora recuerda cómo era tu vida cuando tenías unos diez años y todo lo
que estaba sucediendo por aquel entonces. Puede que fuera maravilloso o
puede que no. Estabas haciendo todo lo posible por sobrevivir y lo
conseguiste. Ama a ese niño. ¡Simplemente, ámalo!
Ahora avanza hasta cuando empezaste a entrar en la pubertad y lo que
pasaba en tu vida en aquellos tiempos. Era apasionante o aterrador, quizá
más de lo que tú podías soportar en aquel entonces, pero lo superaste.
Hiciste todo lo que pudiste y lo conseguiste. Ama a ese adolescente. ¡Ama
a ese adolescente!
Avanza hasta el día en que conseguiste tu primer trabajo y lo excitante
que era ganar dinero. Estabas totalmente centrado en causar buena
impresión y tenías mucho que aprender. Pero hiciste lo que pudiste y lo
superaste. Ama a esa persona. ¡Simplemente, ama a esa persona!
Recuerda la primera vez que sufriste un rechazo amoroso y cuánto te
dolió. Estabas seguro de que nadie volvería a amarte. Sufriste mucho. Lo
hiciste lo mejor que supiste y lo superaste. Ama a esa persona. ¡Ama a esa
persona!
Ahora recuerda algún otro momento clave en tu vida. Puede que fuera
una situación comprometida, dolorosa o maravillosa sea lo que fuere, lo
hiciste lo mejor que supiste en aquellos tiempos, con la comprensión, el
conocimiento y el grado de conciencia que tenías entonces. Por tanto, ama
a esa persona. ¡Ama a esa persona!
Ahora reúne a todas las múltiples partes de ti mismo y sitúalas en el
presente. Visualízate delante del espejo con todos tus yoes y date cuenta
de que estás contemplando toda la riqueza y plenitud de tu vida. Ha
habido épocas difíciles, momentos dolorosos, comprometidos y de
confusión, desde luego. Y está bien. Todo eso forma parte de la vida.
Ámalo todo de ti.
Ahora date la vuelta. Y al mirar al frente imagina que hay una persona
delante de ti con los brazos abiertos que te está diciendo: «Soy tu futuro y
he venido a amarte».
La vida, en realidad, es una oportunidad constante de amarte a ti mismo,
en el pasado, presente y futuro. Amar y aceptar cada parte de ti es
curativo. ¿Cómo puedes sentirte realizado o curado si estás rechazando
alguna parte de ti? La sanación implica recuperar tu integridad. Ámate a ti
mismo, ama todos tus aspectos y siéntete completo. Todo está bien. ¡Y es
cierto!

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